Agentes culturales: ¿con o sin responsabilidad política?

lunes, febrero 25, 2008


(Conmemoración por los 20 años de la desaparición de los hermanos Restrepo. 8 de enero de 2008. Plaza de la Independencia, Quito, Ecuador. En la guitarra, Igor Icaza, baterista de Sal y Mileto quien también tiene su proyecto personal como cantautor)

Aún no logro resolver el dilema sobre si los artistas deben o tienen que (a manera de obligación), o si se trata de que podrían (a manera de opción) manifestarse desde su posición de comunicadores masivos sobre asuntos de interés general. Al ponerlo en esos
términos me refiero más precisamente a asuntos políticos y causas sociales donde uno, con la postura que defina, puede llegar a demostrar claramente una posición política (¿ideológica?)frente al estado de cosas.
Pero aunque aún no lo resuelvo, me inclino bastante más hacia el lado de la necesidad de los actores culturales sí aprovechen sus plataformas para manifestarse al respecto de asuntos que circulan entre el interés general. Dicho de otra forma, me agrada cuando determinados personajes de la cultura se expresan respecto de causas particulares. Para ponerlo de otra manera, me gusta que ciertos individuos vinculados con las artes aprovechen sus espacios de difusión para manifestar su posición frente a la opinión pública. Mejor dicho, prefiero que lo hagan a que no lo hagan. Es decir, creo que pienso que deben hacerlo.
Me agrada la figura de Jaime Guevara acompañando a todo terreno la causa de la desaparición de los hermanos Restrepo. Lo respeto por ese compromiso incondicional que acaba de cumplir 20 años y en cuyo desarrollo se ha visto participar a otros tantos actores culturales vinculados no solamente con la música sino también con el teatro, principalmente. Por eso también los respeto a ellos, porque con su postura me dan a entender que su oficio en el ámbito de lo cultural trasciende las expresiones de sus reductos particulares y se amplía hasta el compromiso con causas de incidencia universal. Digámoslo claramente: se trata, como en el caso que relato, de plantar posición frente a casos donde el patrimonio elemental de los individuos ha sido vulnerado con rango de crimen de Estado: los derechos humanos. Mejor dicho, la aniquilación de ellos.
Es esa manifestación de postura lo que me provoca empatía, la que me insta a considerar que más allá o más acá de la calidad de sus propuestas existe una consideración de tipo humano que se vuelve interesante y necesaria en la oportuna exposición que se haga de ella. Sabemos, los actotes culturales son capaces de movilizar opinión, la opinión movilizada de la que habla Bourdieu, aquella que funciona como motor de aglutinamiento cuando parte de un tema particular y es capaz de juntar voces elocuentes en su evolución.
Por el contrario, me causa desconfianza aquél que sobreexplota su poco o mucho talento y su pequeña o gran imagen para su propio y único ensalzamiento. Me provoca dudas la despolitización en el desenvolvimiento de una carrera visibilizada por su misma naturaleza de gestión, porque me hace pensar o en la ignorancia que le impide a quien la lleva atreverse a tratar temas de contenido sensible; o en el comodismo que es igual a la ceguera frente la complejidad del mundo contemporáneo en el que vivimos; o en la idiotez absoluta que le permite poner en relevancia temas de absoluta vacuidad por sobre lo que afecta de verdad. Daddy Yankee podrá ser un paradigma como rapero de la nueva ola o como empresario venido del ghetto que explota su propia figura como ideal de reivindicación callejera, pero mientras se jacte de sus joyas relucientes y de los culos de sus bailarinas como máxima consigna, seguirá siendo un idiota indigno de más admiración que la que provoca una cadena de 50 kilates. Admiración de la que provoca incredulidad. Esto según mi opinión. Habría que preguntar qué piensan los miles de perreadores que abarrotan los coliseos cuando el “big boss” salta al estrado.
Hay que verlo en vivo para terminar de desencantarse.


(Manifestación pro justicia en el caso Guañuna. Quito, 2007)

En fin, todo esto para decir que, así como me ha dado gusto ver a Guevara acompañando la causa de los hermanos Restrepo; así como he admirado las manifestaciones de Sal y Mileto en circunstancias semejantes (antes de que caigan en el panfleto insustancial, vale aclarar); así como me agrada cuando con mi banda reflexionamos sobre determinados eventos para expresar en público nuestra posición, así me agradó escuchar a MC Micrófono, el rapero de la Guerrilla Clika, expresar el otro día, en su teloneo a Funkattack, su agrado por la justa sentencia dictada en contra de los policías implicados en la muerte de Paúl Guañuna, el joven del Central Técnico que fue arrojado inerte desde le puente de Zámbiza por haber sido encontrado “in fraganti” pintando un graffiti por El Inca.


(MC Micrófono, concierto en El Aguijón, 21 de febrero, 2008. Guerrilla Clika (Ecuador) y Funkattack (Chile) )

Micrófono lo hizo desde la filiación que Guañuna también compartía con la cultura del hip hop, pero por sobre eso lo hizo desde el sentimiento de humanidad que –imagino- todos tenemos, pero que no todos se interesan por ponerlo en discusión con uno mismo. Todos. También los actores culturales. Y no solo ellos.
Ahí hubo un acto de expresión política, de demostración de una postura frente al estado de las cosas en un ámbito donde la fuerza de autoridad atentó nada menos que contra la vida de un sujeto. No me refiero precisamente a que Micrófono se complaciera por la condena impuesta a los gendarmes, me refiero a que tuvo el interés de expresarse públicamente respecto de un tema sensible.
El público, al escucharlo hablar, más allá de la mucha o poca elocuencia de su participación, respondió interesado. Quién sabe cuánto se comprendió en rigor sobre el caso, pero para el caso, eso no importa tanto, se trata de que elocuciones como esa son capaces de volver a poner en la memoria general, al menos por un momento, temas que debieran mantenerse como de debate público.
Por la posibilidad de que los actores culturales puedan incentivar la memoria de la colectividad en el aprovechamiento de sus plataformas de expresión, creo que me inclino a pensar cada vez más que se debería considerar esa responsabilidad como deber.
Por eso, a quienes la asumen, mi respeto y mi apoyo.

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4 comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Estoy de acuerdo cuando dices que los "actores culturales" tienen que manifestarse políticamente. Creo que todos lo debemos hacer, pero cuando es pertinente.
    No me parece bien, que algunos artistos tomen este camino como sistema de autopromoción. Porque al final de que sirve que un tipo diga sobre una tarima lo que piensa sobre temas políticos, creo que muy poco. Para la acción hay otros campos.

    J.

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  3. Esta cuestion me la venía haciendo yo mismo desde que oia rage against the machine. Esta pregunta es parte del debate mas amplio sobre la razón de ser del arte. Por que hacer arte? Personalmente, no pienso que la justificación de hacer buen (o mejor) arte sea la de "contribuir al bienestar de la sociedad". Me parece que una formulación estética tiene que existir por el simple hecho de que puede existir, no por mejorar la vida del resto. La idea de que las expresiones estéticas tienen mas valor si conducen a ayudar a la vida del projimo es una idea socialista robada del cristianismo. Esta idea obviamente no es "mala", yo tambien pienso que es "bueno" ayduar al prójimo atravez de cualquier actividad, incluido el arte, pero no pienso que éste objetivo conduzca a la producción del mejor arte (subjetivamente a mi gusto). Pensar en hacer arte por bondad me parece una idea feísima. Personalmente creo que las cosas bellas tienen que alejarse lo mas posible (y hasta estar en contra) de los valores de las masas, las chusmas y las muchedumbres.
    Es claro que las expresiones humanas estan ligadas a las emociones basicas. A quien no le causa tristeza ver niños pobres en la calle? El arte a veces es la expresión de estas tristezas. Pero eso no quiere decir que su objetivo es revertir la tristeza.
    A mi gusto, las formulaciones esteticas mas interesantes son las que se alejan o van en contra de los objetivos y burdas necesidades de las masas, o las que se burlan de ellas. Usando este razonamiento se entiende la estética del "valeverguismo", ej. parte de la estetica de el retorno de exxon valdez o de tanque.
    Me atrae este blog y me incita a responder. Siguele metiendo mas cosas.
    jp

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  4. Gracias, JP. Muy concisa tu apreciación al respecto de este tema. Es, precisamente, el tipo de reflexiones que hacen falta para seguir dándole vueltas a este asunto no tan sencillo de resolver.

    Espero que sigas visitando este espacio.

    Un saludo.

    S.

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