El presidente Francois Hollande acaba de reconocer que su
gobierno ha fracasado. Lo tuvo que hacer tras la derrota sufrida por su
partido, el Socialista -y sus aliados de la izquierda-, en las elecciones
municipales celebradas este domingo en Francia. En relación a 2008, el Partido
Socialista perdió 160 alcaldías, la gran triunfadora fue la derecha, que ganó
139, y el desastre confirmado es la remontada de la extrema derecha, que se
quedó con 11. Obligado a remodelar su gabinete, Hollande anunció hace pocas
horas que el puesto de Primer Ministro se lo encargaba a Manuel Valls, el
llamado Sarkozy de los socialistas, la figura más a la derecha dentro de una
izquierda desencantada. Para colmo, hace cinco días se anunció que el desempleo
en Francia había vuelto a aumentar luego de una ilusoria tendencia a la baja.
Con ese ambiente, uno pensaría que lo que los franceses
necesitan es un poco de amor, o quizás simplemente que se les regale una rosa.
Pero hacia el medio día de este uno de abril y bajo el sol primaveral que al
fin ha terminado de llegar, por la prisa con la que camina la gente por afuera
de la Gare de Lyon, uno podría decir que nada de eso importa.
Hoy arrancó a nivel internacional la campaña turística All
you need is Ecuador, y a París le asignaron la primera letra del eslogan, un
eslogan que, según se entiende, debe recrearse en la imaginación de la gente
juntando las 19 letras que lo componen y que, en forma de imponentes estructuras
publicitarias, están repartidas en 19 ciudades del mundo, entre ellas siete de
Ecuador.
Lo que hay en la explanada exterior de la Gare de Lyon es,
efectivamente, una letra A con sus seis metros de alto, su cuerpo sólido de
acero, su estampado que muestra a una niña que posa sonriente apoyada en un sombrero
de paja toquilla a medio hacer. Lo que hay alrededor de la letra A es una
fracción de los 83 millones de pasajeros que circulan al año por la que es la
tercera estación ferroviaria de Francia: gente con apuro por tomar su tren y
sin instinto para notar que por ahí hay una letra A que debería comunicar algo.
Lo que hay al pie de la letra A son cinco chicos que algo tienen que ver con la
campaña, entre ellos dos identificados con chaquetas que dicen Ecuador y que
ofrecen, agenciosos, rosas blancas y rosas rosas a esa gente apurada que, en su
mayoría, dice no, gracias. Lo que no hay junto a la letra A, cuando es lo que se
esperaría, es una pantalla de tamaño adecuado que muestre el video promocional
que lleva la rebatida canción de The Beatles. Lo que sí hay es una tableta
Samsung de cara al sol.
Una de cada cinco personas que transitan por las afueras de
la Gare de Lyon acepta una rosa. Una de cada diez personas cruza una palabra
con la chica guapa y de sonrisa impecable que entrega las rosas (más tarde habrá
un joven que apoyará la causa). Una de cada treinta o de cada cuarenta personas
nota que ahí hay una letra A vestida de turismo (la señala, se detiene a verla).
Apenas tres personas en toda la mañana se han parado a preguntar de qué se
trata todo esto y a curiosear en la tableta.
-¿Qué le pareció esta campaña sobre Ecuador? –le pregunto a
la última de las personas que se detuvieron, una mujer francesa entrada en los sesenta.
-Yo conozco Ecuador, pero no porque haya ido –dice-, sino
por todos los cambios que ha habido últimamente en Latinoamérica desde que
llegó Chávez al poder.
-Entonces, conoce Ecuador más en el plano político.
-Sí, así es. Sé que Correa estudió en Bélgica, que está
casado con una belga, que tiene ideas muy democráticas.
-¿Y sobre lo que se detuvo a ver en la tableta, algo le
llamó la atención?
-En realidad, no se veía mucho. Pude ver que hay orquídeas, y
eso me interesa.
-Y la canción del video promocional, ¿la reconoce?
-Ah, no, no escuché nada… Pero, bueno, voy a volver más
tarde con alguien más para que también vea de qué se trata, ahora tengo que
irme porque tengo una cita.
Y se va mostrándome las dos rosas que le regalaron.
Algo ocurre con la estructura. Dos bomberos que llegan en un
cochecito como los del golf golpean a la gran A con los nudillos para ver si
aguanta, la inspeccionan, la tocan como se tocan las paredes recién construidas
para medirles el temple. Uno de ellos toma un walkie-talkie y hace el gesto fruncido
de estar preguntando por los permisos, por los responsables. Uno de los chicos
del stand se afana por aclararle las cosas, haciendo el ademán de que no hay
porqué alterarse. Yo, en un desate de drama, me imagino a una grúa con la
sirena encendida viniendo a llevarse por el pescuezo la primera letra del
eslogan y desbaratando con eso el inicio de la campaña, pero el bombero del
walkie-talkie, aunque con algo de desdén y diciendo “no soy yo, es mi jefe”, se
monta en su coche compacto y se marcha deseando una buena tarde.
-¿Hay algún problema con los bomberos? –le pregunto a la
chica de las flores, acercándome hasta el stand.
-No –dice-, solo vinieron a ver si la letra estaba bien
asegurada, pero no pasa nada.
-¿Y cómo les ha ido con la campaña?
-¿Usted conoce la campaña? ¿Es ecuatoriano?
-Sí, soy ecuatoriano, y algo conozco de la campaña.
-Ah, entonces le invito a que se tome una foto con la letra
A y la suba a las redes sociales.
-Eeeeh… ¿Usted no es ecuatoriana, no es cierto? Lo digo por
su acento…
-No, yo soy cubana.
-Ah, ¿y cómo vino a dar en este trabajo?
-Somos de una agencia de promoción, nos contrataron.
-Ah. Bueno, ¿y cómo les ha ido con la campaña?
-Más o menos, la verdad es que la gente no se detiene a ver
ni por más que les ofrecemos las rosas. Es como que están muy apurados, en toda
la mañana sólo dos o tres personas se han acercado.
-¿Pudo mostrarles el video? ¿En la tableta está el video?
¿Qué dijeron?
-¿Qué video?
-El video de la campaña.
-¿Un video de esta campaña?
-Sí, el que está circulando en las redes sociales.
-Ahí sí que no sabría decirle. Perdón, voy a preguntar.
Viene una chica que parece estar a cargo del grupo. Le
pregunto sobre le video, me dice que está en la tableta, lo busca, lo pone a
cargar y ambos nos esforzamos para verlo bajo el resplandor del sol radiante de
la primavera.
-No se ve nada -le digo-. ¿Cómo van a hacer para promocionar
el video?
-No, no se ve, es cierto.
-¿Y esto, tiene volumen? Para al menos hacer escuchar la
canción…
-Sí, sí tiene.
La chica trata de subir el volumen de la tableta y, al no
lograr que suene nada, se va disimuladamente, se escurre entre mí y la muchacha
de las flores, que ha llegado a regalarme dos chocolatinas de República del Cacao.
-No se ve nada en la tableta –le digo a ella. ¿Así van a
estar todos los días?
-Sí, diez días.
Pasa el tiempo y la dinámica es similar: pocos siguen su
camino con una rosa en la mano, la mayoría avanza sin prestar atención. Dos
mujeres, franco-peruanas, madre e hija –sabré después-, se detienen un par de
minutos y conversan con la muchacha de las flores. Cuando se van, las abordo.
-¿Qué les atrajo de ese stand?
-Yo me acerqué porque yo viajé a Ecuador, a Loja, y cuando
vi escrito por ahí allyouneedisecuador quise ver de qué se trataba –me dice la
hija.
-¿Y de qué se trataba?
-Pues…no sé exactamente, nos dieron estas rosas y…
-¿Y les hablaron de Ecuador?
-No, y a mí me hubiera gustado. De hecho, esperaba que la
chica lo hiciera, porque yo le conté que había estado en Ecuador.
-¿Les dijeron que es una campaña internacional de turismo?
¿Les invitaron a ver un video y una aplicación que hay sobre la campaña?
-No, nada de eso –dice la señora-. Solo nos dieron las
rosas. Está simpático esto de las rosas, pero deberían hablar un poco más del
país.
-¿Les invitaron a visitar el sitio web de la campaña?
-Tampoco.
-Y si lo hubieran hecho, ¿ustedes se tomarían la molestia de
llegar a su casa y entrar a Internet para visitar ese sitio?
-Sí, claro. Tal vez sería una buena idea que, junto con la
rosa, dieran un papelito con esa dirección, así uno se queda con la idea.