La agendita de Ivonne

sábado, junio 26, 2010


(Foto: Presidencia de la República del Ecuador)

Baki se las trae bien puestas. Seguro que en unos años su agenda de contactos podría subastarse en Christie´s a lo que hoy se oferta el guante de Michael Jackson. Dicen que por eso le encargaron el puesto de negociadora del proyecto ITT, por su agenda de contactos. Será una Moleskine, una Dior, quizás son un iPhone o un Blackberry, tal vez ambos. Como sea, guárdelos, Ivonne, podrían servirle por si algún día –Dios no lo permita- cae en desgracia financiera. Y es que en este gobierno aquello de las relaciones públicas y la promoción ante el cielo y el infierno se han elevado a rango de política económica.

El desfile ya resulta cuantificable: Di Caprio, Edward Norton, Bill Gates, Sting y su señora esposa y hace poco la mismísima Angelina, que en Shushufindi calzaba unos tacones medianos sobre sus cargos de combate. Seguro se me escapan varios nombres más, pero es que el hermetismo y el sigilo con los que estos prójimos jetsetianos llegan y circulan en el país le marean a uno la retentiva sobre quién mismo ha venido y con qué mismas intenciones. Si vinieron en sus yates a descansar en las Galápagos y a comer langostas preparadas por sus chefs personales o si llegaron en alguna misión humanitaria o representativa de alguna entidad internacional. Si lo hacen por convicción y principios, por disponibilidad de tiempo y sobra de recursos, o si es en plan de salvación del alma al estilo voluntarios de los Peace Corps. Y de pronto, cuando ya han logrado un medio bronceado y una foto junto a un lobo de mar, ¡pum!, aparecen en las portadas de Cosas, de Caras y de Familia; las fotos circulan por la red, los créditos se atribuyen a la Presidencia de la República y se muestra que el Ministerio de Turismo ha hecho su trabajo distribuyendo los sombreros que los mencionados conocían hasta entonces como made in Panama.

El asunto es que el país se ha convertido en poco tiempo en pasarela de bienintencionadas figuras que, como sobre las alfombras rojas, atraen a la prensa entera y a la opinión pública civil (con civil me refiero, en este caso, a la ciudadanía común que, a diferencia de la prensa, no ha declarado ni abierta ni veladamente su marcial militancia política más allá de sus reductos íntimos) más dada al engrupimiento con las bambalinas de la TV.

Creo que, de momento, no hay porqué criticar el que en Carondelet hayan considerado necesaria la acción de una funcionaria cuyo talento radica en tener acceso a varios de los espacios de poder más rimbombantes del planeta y aprovecharlo para introducir en ellos bosquejos de problemáticas que en nuestro país atraviesan la conservación ambiental, la generación de recursos y la solidaridad con diásporas de refugiados. Más bien, me regocijo con los simbióticos entretejes estéticos que en aquellos contactos se producen. Tengo que decir que la foto de Correa con la mirada acholada junto a una Jolie de sonrisa destellante y ojos glotones me produjo cierta ternura morbosa.

Ahora se habla de algunas costumbres que por completo contradicen el buen vivir, pero parace que el bling bling hollywoodense nada tiene que ver con aquello. Bien está, nada contra eso, hoy sólo queda, solamente queda, esperar los resultados de tan pomposas figuraciones. Y esperar, con seguridad, que la próxima foto muestre a un Freddy Ehlers encachinado de blanco entero junto a una Scarlett Johansson alzándose un matesito con chicha masticada. Será, porque no puede ser de otra forma, un domingo en la Plaza Foch.

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