Afrocentrismo mix

domingo, noviembre 20, 2011


La naturaleza del mixtape es la de ser una suma de sus partes que, en los casos mejor logrados, llega a ser una unidad en sí misma, un cuerpo cohesionado con un concepto transversal más que una compilación de piezas semejantes. Respecto a la música, empezó con los casetes que contenían temas mezclados guardando una sintonía afín y hoy es un recurso utilizado con frecuencia por artistas de géneros electrónicos y urbanos, quizá como formato intermedio entre el EP y el LP y generalmente pensado para soltarse en las pistas de baile. Con el video, la idea es similar. En casetes de Betamax y VHS se acumulaban clips de varias fuentes intentando darle a la compilación algún sentido narrativo que pudiera incluso llegar a convertirse en un largometraje completamente logrado con material de archivo.

Eso es The Black Power Mixtape (1969-1975), la película que el sueco Göran Hugo Olsson logró gracias a esas ofrendas que a veces da el azar. Mientras Olsson buscaba material de archivo para un documental sobre el cantante estadounidense de soul Billy Paul, encontró en bodegas de la televisión sueca suficientes latas con reportajes sobre la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos como para luego armar este documental de 96 minutos. La cantidad de reportajes encontrados, hechos en 16 mm, eran la constancia del especial interés que Suecia tuvo por el proceso del movimiento Black Power y del entusiasmo con el que incluso llegó a involucrarse: la misma corona escandinava habría hecho donaciones a la campaña reivindicativa de Martin Luther King.

Sin embargo, ninguno de estos detalles, que desde mi punto de vista son cruciales como contexto, llegan a conocerse a través del documental. Éste empieza mencionando que las imágenes de las que se compone provienen de archivos de reportajes antiguos, pero el por qué de la extensa cobertura de la prensa sueca, que se convierte, efectivamente, en la espina dorsal del filme, ni se comenta ni se justifica. ¿Por qué, por ejemplo, un reportero de la televisión sueca es el único que pudo entrevistar a Ángela Davis, la célebre activista afroamericana, miembro del partido comunista y cercana al partido de las Panteras Negras, cuando terminó en prisión vinculada al caso conocido como los hermanos de Soledad? Los fundamentos arcaicos del video mixtape defienden la aleatoriedad de sus contenidos, pero cuando éste cobra la figura de un documental omisiones de ese tipo quedan más como eso, como omisiones antes que como licencias propias de un lenguaje, quizá, experimental.

TBPM cuenta cronológicamente fragmentos de la lucha del pueblo afroamericano y presenta entre saltos a varias de sus figuras: Stokely Carmichael, Eldridge Cleaver, Angela Davis, Huey P. Newton, a la vez que ofrece estampas de las condiciones de vida en el gueto neoyorkino cuando las latas de Coca Cola servían de balones para los niños y la heroína de más realce en el barrio era la que se inyectaba compartiendo jeringuillas. El debate de posturas se presenta a manera de un torbellino intrínseco: a rasgos generales se confronta la posición misericordiosa y pasiva del reverendo M.L. King con la rabia contenida y el ansia combativa de Stokely Carmichael, fundador del partido Panteras Negras y quien acuñó como ideología de liberación la noción del Black power, y se expone la posición fundamentalista de Louis Farrakhan, líder de la Nación del Islam, para trazar las distintas vertientes de una lucha que en su mismo interior acusaba fracturas. El movimiento de afroamericanos, que con tales desbalances dejaba difícil la posibilidad de considerarlo unificado, es visto desde ellos y hacia su propio interior convulsionado. En ese sentido, el documental recurre más a una forma de radiografía del individuo que a un examen del  posicionamiento de éste frente su contexto, y menos aún lo hace a la inversa; pero al tratarse aquél de un individuo cuya razón de ser radicaba en una toma de posición frente a un otro encarnado en un gobierno, un sistema, una forma opresora de concebir la sociedad, el que ese otro no participe en el filme exponiendo su postura en ese combate de ideologías hace que el resultado carezca de los rigores del documental, pero se regodee con las libertades del mixtape. No funcionarios de los gobiernos de turno, no miembros de esa población blanca que sí tenía derecho a sentarse en los autobuses, no voces críticas o analíticas sobre los propósitos del Black power. El material periodístico sueco, que de su cuenta constituye un verdadero cofre de joyas prácticamente inéditas (la mencionada entrevista a Angela Davis, la entrevista improvisada que Stokely Carmichael le hace a su madre, los testimonios de niñas que se prostituyen para sobrevivir, los recorridos por el Bronx cuando cloaca), al parecer estaba copado por ese registro unívoco.

La construcción de una narrativa afrocentrista se completa –y se refuerza- con el recurso de la voz en off que el documental toma para ubicar en la actualidad, de la mano de afroamericanos destacados, los valores que dejaron aquellos años de lucha. Entre las de varios más, sin que siquiera se los presente claramente como para entender por qué es relevante su inclusión en el filme, y sin que al menos se les vea los rostros para reconocerlos, suenan las voces de Harry Belafonte, Erykah Badu, Talib Kwali y Questlove. Si no se sabe que ellos son un músico, actor y activista legendario de los derechos civiles; una diva del soul, un rapero intelectual y un inmenso productor, baterista del grupo de hip hop The Roots y encargado de la deliciosa banda sonora del filme, éste terminará y nos quedaremos sin saberlo. Tendremos que asumir que son voces respetadas y comprometidas dentro de la comunidad afroamericana y habremos de concederles un voto de confianza aunque algunos de sus comentarios no le aporten nada a lo que las imágenes ponen en juego. A pesar de haber sido grabados esos comentarios apenas en 2010, ninguno alcanza a vincular el tema que toca el filme con las circunstancias semejantes que hoy se viven en Estados Unidos. Intencionalmente o no, el filme lo desaprovecha -o lo desdeña- y prefiere quedarse maravillado con lo bonito que sonaba entonces el clamor black is beautiful.


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