Cuando ya no se sabe
sábado, mayo 08, 2010
11h33 del martes 27 de abril de 2010. María Paula Romo anuncia en su perfil de Facebook que el Pleno de la Asamblea ha resuelto archivar el pedido de juicio al Fiscal porque en la votación no se ha logrado la mayoría para procesarlo. 51 votos no han alcanzado a fraguar la voluntad de quienes apoyábamos lo que parecía justo e irrefutable. Han faltado 12 manos. Entre ellas se han esfumado algunas que se pensaban seguras, pero que al final han resuelto sumarse a los comodones de la bancada oficialista que para hoy se han descubierto como traidores. Otros, los de siempre, pero con los que se contaba por aquellos nebulosos bamboleos que tiene la política, se habrían “atrasado” a la que era la crucial sesión de votación. Pero de esos, y por eso mismo, mejor ni hablar.
Con ánimo conciliador, en su anuncio Romo rescata que toda esta coyuntural contienda servirá, al menos, para depositar en el conocimiento de los ciudadanos el turbio estado de cosas que es rutina en la Fiscalía, pero enseguida yo pienso que con eso no alcanza y que, además, la revelación tan extraordinaria no es porque para quien tenga dos dedos de memoria el chanchullo en los corredores de la Justicia es, más bien, un cacho viejo. Me apoyo a mí mismo considerando que a estas alturas los mandantes, tal como exige el mandatario primero, necesitamos concreciones y ejemplos drásticos de transparencia. Y concluyo seguro de que los premios consuelo son cachivaches para los conformistas.
12h48 Los periódicos online dan cuenta de la noticia y a poco de eso los noticieros la confirman complementándola con algún detalle. No exagero si digo que a mi alrededor la ira, la indignación y el amargo de la decepción hicieron que más de un puño tronara contra la mesa. Sigo sin exagerar si cuento que en ese momento el idealizado espíritu de nuevos aires retrocedió en un flashback violento y fue a chocar con el recuerdo de las viscosas prácticas de la partidocracia.
13h40 No miento, a mi madre, que venía ardida, se le derrite la voz cuando comenta el desenlace.
En momentos en que los andurriales de la política se han inmiscuido en la cotidianidad del más mortal, zarpazos de este calibre casi que congelan la sangre. O la hacen a hervir hasta que explota.
Qué queda, empiezo a preguntarme.
22h42 Leo que, enfocándose en el análisis de los ecosistemas biológicos, el artículo La tragedia de la comunidad, que en 1968 escribió Garret Hardin, aborda problemas que habrían de solucionarse sólo mediante un cambio en los valores humanos o en las ideas sobre la ética, para evitar que la búsqueda aparentemente racional del interés individual conduzca a la ruina colectiva. A la degradación del sistema.
La extensibilidad de tales nociones habría permitido que aquello fuera aplicado al estudio de los ecosistemas políticos, donde, a pesar de que las leyes suponen que la ética es fija, se ha llegado a asumir que “la ética de un acto está en función de la condición del sistema al momento en que el acto se lleva a cabo”.
Acudiendo a ello me pregunto cuál es, entonces, la condición actual del sistema. ¿No se suponía que vivíamos un cambio de época en el que se sepultarían las argucias y los acomodos según el escenario de conveniencia? ¿Está siendo la ética moldeada en función de lo que discurre bajo la mesa de la decencia?
Pues parece ser lo que está siendo, y de esa constatación la frase ya se ha desprendido y empieza a desperdigarse entre los inconformes: la revolución sin ética no es revolución. Lo que de ella quede será, ojalá, el buen gobierno que es cuando en su accionar no se cruzan los intríngulis amistosos que lo enturbian todo.
01h18 Que así sea.
1 comentarios
Ya, pero... ¿no era de esperarse algo así? O sea, me parece que creerse eso del cambio de época y de que todas las mañas iban a quedar atrás es por lo menos un poco ingenuo.
ResponderEliminarSaludos.