Diálogo a destiempo

martes, septiembre 29, 2009



(Imagen tomada de www.daylife.com)


Lo dice con solvencia teórica y argumentativa Wladimir Sierra en su artículo de hoy: los confictos sociales expresados en forma de manifestaciones públicas son necesarios y pertinentes en una sociedad que se quiere deliberativa y abierta a la participación política de la ciudadanía por las vías que parezcan adecuadas o únicas. Luego, es tarea del gobierno de turno despejar el cuello de botella dando apertura al diálogo para que finalmente los consensos alcancen normatividad en el espacio legislativo.

Pareciera una posición ajustada a la contemporaneidad latinoamericana del eterno conflicto, pero nace de las apuestas teóricas de Jurgen Habermas y por lo tanto se asienta sobre las realidades de la Europa desarrollada. Bastaría revisar la tradición ciudadana francesa de lanzarse a las calles a la primera muestra de intransigencia de las autoridades para rescatar el alcance universal de la apuesta.

Tan solo 20 horas después del inicio del levantamiento incentivado por varias organizaciones indígenas del Ecuador, y tras el primer llamado concreto del Presidente a dialogar sobre las leyes en desarrollo que desataron la actual disputa (la primera frase conciliadora que se le ha escuchado en meses fue "con esta medida perdemos todos"), las partes se han convocado a conversar. Sin embargo, para llegar a esto tuvieron que soltar cada una sus estrategias de adhesión popular y medir fuerzas en la esfera pública en una muestra insensata de que interesa más poner en fogueo la potencia simbólica de los sectores políticos antes que acudir al diálgo preventivo para evitar, entre otras contrariedades, cierres de carreteras que caoticen las dinámicas económicas del país y despliuegues reprochables de arrogancia presidencial. La pregunta inmediata, elemental y refleja es ¿Por qué no se evitó este lunes agobiante y se entró a dialogar sobre las mismas bases que desde mañana se asentarán como prerrogativas de discusión?


(Imagen tomada de http://farm3.static.flickr.com)


Un perfectible razonamiento me lleva a pensar que en la presente coyuntura ambos sectores en conflicto necesitaban, como recurso de fortalecimiento político, lanzar sus posturas al ámbito público y medir cuál de las dos alcanzaba mayor respaldo. El problema es que ninguna recibió lo que esperaba. Es decir, apenas metieron la mano bajo la ducha para sentir la temperatura del agua, ambas notaron que seguía fría.

Tras el sistemático debilitamiento interno que los grupos indígenas han venido experimentando desde que rompieron relaciones con Lucio Gutiérrez, necesitaban encontrar un momento y una causa común para volver a juntar a la ecléctica población que los conforma. Parecía que el rechazo a la propuesta de Ley de Aguas iba a ser la bandera, pero tras el desenlace de ayer quedó en evidencia un todavía intenso desencaje interno y el debilitamiento en el liderazgo que en otros tiempos sostenían como fuerte patrimonio ciertas organizaciones, como la Conaie. Aún más, no puede descartarse de los análisis la posibilidad de que el llamado a este levantamiento exprés se haya debido al apetito de ciertos dirigentes por figurar ante su gente en vísperas de las elecciones que en la msima Conaie se realizarán en noviembre.

Del otro lado, me llama la atención que justo después de que varios medios de información publicaran los últimos sondeos de opinión con cifras en clara baja acerca de la popularidad del Presidente y de la aprobación de su gestión, éste decidiera aflojar la tozudez y disponerse a dialogar. Por más que, personalmente, siga creyendo en sus buenas intensiones y en la contundencia de su honestidad, sería iluso pensar que ni su actitud casi autoritaria y arrogante ni las varias polémicas que últimamante le han estorbado directa o indirectamente, le han provocado magulladura alguna. Por lo tanto, qué más conveniente que flexibilizar la intransigencia y provocar el acercamiento con al menos uno de los grupos en conflicto para intentar recuperar la confianza pública. Mientras tanto, la bronca con los profesores, esta bronca cruda y dolorosa parece todavía tener varios capítulos que lamentarse antes de encontrar desenlace.

Digo, a pesar de la confianza que todavía guardo en este proceso y en la necesidad de que vaya concretándose de a poco, no me gusta la poca disposición del gobierno a esto que he llamado diálogo preventivo, aquél oportuno de desarrollarse antes de que tengan que saltar a las carreteras los bandos en disputa para supuestamente defender sus tesis, cuando las circunstancias permitem sospechar que de lo que se trata es de poner a prueba en las canchas sociales sus capitales simbólicos y hasta físicos para intentar recuperar de sus aparentes la confianza perdida en otras contiendas.

Aún así, como todo esto no se trata sino de estrategias políticas, o sea del desarrollo de mecanismos que buscan la capitalización de poder, me parece que es deber nuestro como ciudadanos no dejarnos sorprender ni escandalizarnos de que así ocurra, sino, más bien, seguir las pistas y actuar y expresarnos en los espacios disponibles y en los momentos oportunos, porque con estas manifestaciones también se construyen las democracias que se quieren deliberativas y participativas. Y expresarnos y participar no significa precisamente alentar el escenario ya caótico de la confrontación bipolar, sino ejercer presión colectiva para que el diálogo se desarrolle oportunamente, preventivamente.

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