Un bono de desarrollo cultural

jueves, marzo 26, 2009


El ministro Juca Ferreira
(imagen tomada de www.cultura.gov.br/.../2008/10/juca-interna.jpg)
Juca Ferreira, quien sucedió a Gilberto Gil en la cartera de Cultura en Brasil, ha anunciado que el gobierno de ese país destinará 50 reales -un equivalente a 16 euros- a 12 millones de personas consideradas pobres para que sean gastados exclusivamente en cultura. La iniciativa, denominada Bolsa Cultura, se ha puesto a consideración del público en el sitio web de su ministerio para recibir recomendaciones durante un tiempo, tras lo cual el gobierno las analizará y pondrá el plan en manos del Legislativo en espera de que se emita el decreto definitivo.

La medida hace pensar en cómo ciertos gobiernos latinoamericanos de izquierda empiezan o continúan desarrollando planes progresistas que hace tan solo uno o dos periodos parecían imposibles de ejecutarse en nuestra región. La apuesta por ello implica, luego de una inmensa voluntad política –sin deslindar de esto algún anticipado afán electoral que, de paso, y desde mi particular punto de vista, no deja de ser legítimo si a cada giro del rotor administrativo se dejan sentir más los beneficios que los perjuicios sociales- una apuesta porque la biopolítica, es decir el entramado de normas que desde los aparatos institucionales se emiten para reglamentar la vida de los ciudadanos en una transversalidad que va de la identificación ciudadana al establecimiento de castigos y sanciones, también se inserte en los espacios de desarrollo personal, en eso que va enriqueciendo los capitales culturales (lo que Bourdieu reivindica más precisamente como capital informacional) y en consecuencia sociales de los individuos.

Si bien este tipo de programas han sido vistos por los sectores conservadores y vinculados más a las palestras del control y el ajuste en el gasto fiscal –lo cual no ha sido la excepción en el caso de esta apuesta brasileña pues dichos espacios de la oposición al gobierno de Lula ya han expresado sus críticas- como gestos de populismo, ensayo electorero y hasta de dádivas cuestionables que minan con vertiginosidad las arcas que deberían destinarse más a los pagos de deuda externa que a la inversión social, no son sino gestiones que no pueden considerarse menos que revolucionarias, dada la precaria atención que en la mayor parte de nuestro continente se le ha dado al estrechamiento de la brecha entre las clases más favorecidas y las menos atendidas respecto al consumo de bienes y servicios culturales.

(http://img266.imageshack.us/img266/5279/interiorcineteatrodiagojb2.jpg)

Como ha dicho Ferreira, "existe un apartheid cultural en Brasil, donde muy pocos tienen acceso a la cultura". Según cifras del gobierno citadas por el diario español El País, sólo el 14% de los ciudadanos asisten al cine y menos del 8% al teatro o visitan museos, por lo que este nuevo plan pretende que también la clase trabajadora pueda asistir ir al cine, al teatro, a conciertos o puedan comprar un libro, y para ello el gobierno planea destinar 600 millones de reales, o sea 198 millones de euros.

(imagent omada de http://www.backpackerben.co.uk/highlights/favella-tourism)

Con todo, y a pesar de lo estimulante que aparenta ser este proyecto, la pregunta, elemental, primaria, retórica y urgente que rebota es, ¿qué o cómo se va a garantizar que el dinero destinado a lo que en nuestro sistema habría sido considerado como un bono de desarrollo cultural va a ser efectivamente gastado en consumos culturales?

Supongo que existirá un plan en marcha que también incentive este eje crucial del proyecto, y, por lo demás, conociendo algo de cerca la experiencia de la población brasileña de estrato bajo en sólidos proyectos políticos asociativos (me refiero, por ejemplo, al aclamado presupuesto participativo que en Porto Alegre revolucionó la ingerencia de la comunidad en planes de organización barrial para atender sus necesidades más urgentes), estimo que este nuevo esfuerzo contará con la entusiasta participación de la población. No obstante, habrá que seguirle la pista a la noticia tras este motivador primer avance.

Y, de paso, no puedo dejar de preguntarme, cometiendo tal vez una elucubración riesgosa, lo que pasaría si un plan de este tipo se ejecutara en el Ecuador. Al respecto, y de manera bastante antojadiza y primaria, me atrevo a decir, poniendo en juego la intuición más que la certeza, que frente a las urgencias inmediatas de la cotidianidad en los sectores desfavorecidos de la sociedad, lo que habría de considerarse un bono de desarrollo cultural con seguridad sería empleado en atender éstas más que aquellas que para sus alcances todavía se consideran suntuarias. Y no lo digo porque esté de acuerdo en que así sea. Ya quisiera que la canasta básica familiar, estandarizada y al alcance de todos, incluya no solo presupuesto para telefonía celular sino también para el enriquecimiento cultural que tanta falta nos hace. No obstante, pienso que existen necesidades que aún se sitúan como preferentes ante éstas y que, además, mucho queda por incentivar, por proponer y por comunicar la valía de enriquecer el bagaje cultural a la par que el estómago y el bolsillo. Falta por desarrollar y poner en perspectiva pluralista algo así como una cultura de la cultura. Quizás una cultura para la cultura.

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1 comentarios

  1. Bono cultural, suena interesantísimo, aunque, y espero equivocarme, demagógico.

    Pero tiene un factor de libertad inmenso, porque así la gente accedería a SU cultura y no a una impuesta por criterios segmentados o prejuzgados (terminaría pasando lo que en Gye con esos eventos denominados "Alta Cultura" que no eran más que repeticiones caducas seudo renacentistas, pero buee...)

    Y sabes, como estrategia es ideal para los artistas y la calidad (o convocatoria) de la obra que produzcan, pueden verse redituados por el gobierno indirectamente pero de una manera más honesta, porque es el público el que decide a quién hacer "millonario"...

    acá en Ecuador aún es una utopía, porque como bien tu dices, la gente, en caso de que sea dinero en efectivo preferiría comprarse un tanque de gas, o decenas de cds y dvds piratas que acudir a eventos "culturales", o en caso de ser bonos en papel-no-moneda los vendería de algún modo para tener ese billete...

    aquí se me ocurre que fuera más viable inyectar capital, recursos tecnológicos y capacitación a grupos como SerPaz (trabajan con ex pandilleros en zonas de riesgo) o crear "mapas culturales" potenciando tendencias locales (o barriales o zonales) darles las herramientas y el marco para que esas expresiones crezcan como propias y luego arrancar con un intercambio interzonal de todo esto (rock fusión-cualquier-cosa en sectores netamente salseros y viceversa), eso si sería diversidad.

    Me pregunto como harán en Brasil para evitar que todos esos bonos no vayan a parar en algún concierto de Shakira en vez de caer en la taquilla del Mam de Sao Paulo...

    saludos

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