O Vives o te aCabas

lunes, enero 29, 2007

En una reciente edición de la revista Rolling Stone aparece una extensa entrevista a Bono. El cantante de U2, entre muchas otras cosas intensas, verdaderas y algunas con un aire modesto que no convence del todo, dice que a través de la música ha accedido a otros campos, ha conocido a profesionales de varias ramas que le han enseñado cosas valiosas y que de no ser por su oficio no hubiera sabido lo que pasaba debajo del sombrero de Johnny Cash, o que Frank Sinatra jamás le habría compartido sus pensamientos y sentimientos. Esa es la bendición de la que se siente resguardado,-afirma-, y que esa bendición la ha buscado toda su vida y en lugares diferentes; en Bob Dylan, en Willie Nelson y en Billy Graham. (RS Feb. 2006)
Durante el tiempo que conversé con Cabas mientras estuvo promocionando su nuevo disco en Quito, varias veces hizo referencia con especial placer a los momentos que compartió con The Black Eyed Peas, con Lenny Kravitz, con Miguel Bosé o con Shakira. Con profunda satisfacción contó también de cuando fue invitado a participar en un homenaje a Carlos Santana o de cuando fue jurado en algunos festivales de música folclórica colombiana.
Tiene 28 años y sabe que su carrera ya despegó pero que el camino para alcanzar la gloria es dilatado y tortuoso. Sin embargo, tal vez ni siquiera le interese alcanzar la gloria entendiendo a esa frase como la aguda obsesión de fama y riqueza, y menos como sinónimo del apaciguado adormilamiento sobre los laureles del latino pop-fusión. Dice que lo que quiere de la música es poder vivir con comodidad, adquirir lo necesario para poder lanzarse a formar una familia, tener una casa en la playa y con agrado acepta que en parte ya vive como no pensó que iba a poder hacerlo. Quiere que a través de la fusión que hace se despierte el interés de los jóvenes por la música tradicional de su país y que en su carrera sea reconocido por su capacidad de componer, arreglar e interpretar la música que crea. Quiere que su talento sea el que hable por él.
Le pido que en una escala del 1 al 10, ubicando en el 10 a Juanes (para no irnos tan lejos) como prototipo del showman exitoso en ventas, giras, exposición mediática y participación en actividades de tinte humanista, y dejando a un lado la calidad musical para fines de la ubicación, se sitúe él mismo en ese imaginario escalafón del showbiz. Cabas piensa un momento, toma un sorbo de limonada y con una risa sosegada dice, “mmm…pues será en menos 2”.
Bono, su ídolo, que sin la música no habría logrado enterarse de la intimidad sentimental de Sinatra ni tampoco habría podido sentarse a degustar un banquete con Geroge W. Bush y entonces aprovechar para hablar de la pobreza en África, evidentemente rebasa con holgura el extremo máximo de la gradación farandulera.

Despierta que los tambores suenan

Cabas tiene del ruido a tráfico de ciudad por su madre bogotana y del sol que templa los cueros de los tambores por su padre que viene de la Costa Atlántica. Desde los cinco años le ha metido oído y mano al jazz, a la música clásica, a la música contemporánea y gran atención le ha puesto al traqueteo íntimo del tambor costeño, a ese que solo se lo siente cuando se camina por arrabales frondosos abriéndose paso entre negros de torso desnudo extasiados de tanto darle a la tambora. Le interesa lo puro del pueblo colombiano, los recovecos donde se vive de mitos y donde a los mitos se los vive con magia y con danza. Cabas ha caminado por ahí, por eso en su música se siente la gracia y la cadencia del folclor antillano. Y se las siente con conocimiento de causa.
De su padre, Eduardo Cabas, músico y prolífico compositor de clásicos como La Cantaleta, Caribe soy o Puerto Colombia, le viene ese apego a la identidad caribe, y, tanto como Lucho Bermúdez, José Barros y Pacho Galán (inmensos compositores de música popular colombiana), está y seguirá presente como raíz añeja en su universo musical. Pero como no es un folclorista a lo Totó la Momposina y se rehúsa a pintar su música de un solo color, tiene, como gran parte de la generación que creció con el rock de amplio espectro, a David Bowie, U2, The Cure, John Lennon, Charly García y Bob Marley entre sus más grandes referentes. Respecto a Bono dejó clara su devoción y se considera parte de la gran porción de fanáticos que encuentran en Marley al músico más influyente de la última mitad de siglo por su esencia liberadora y por su ambición pacífica, aún por encima de la desesperanza cruda de Cobain o la estridencia sicodélica de Hendrix. Por eso también, las guitarras distorsionadas, las secuencias drum and bass, las baterías galopantes encajan con rigor en sus temas y alejan a su interior musical de la trillada fusión rock + tambor. En una época, dice, “sí me encantaba meterle cinco tambores a cada canción, pero quise que este disco fuera más limpio, que se notara el folclor en mi vos y en mis melodías, mas no tener que llenarlo de percusión”. Se trata de al pop, al rock, a la electrónica, pintarlos con los brochazos justos de folclor y no más que eso. O al bullerengue, a la puya, a los porros, a las cumbias o a los fandangos, sentirlos ajustados con pintas de dance hall europeo o de pop anglosajón. Meterlo todo ahí mismo, pero en su lugar y en sus dosis correctas para que se sientan precisos en su sitio como el camarón y el pescado del ceviche que comemos mientras conversamos.

Lo mismo de siempre, la clase de fútbol y la bodega Guayasamín

Cabas vino a Quito como la atracción de la segunda Exa Party del año, conciertos gratuitos (denominados así) que se repetirán a lo largo de 2006, con entrada obtenida mediante concursos radiales. La antigua Radio Genial, de la Cadena Democracia, es hoy parte del consorcio comunicacional mexicano que, a manera de franquicia, tiene repartidas emisoras EXA FM en casi toda América Latina y en algunas ciudades de Estados Unidos. Para agarrarle el son a su slogan, el de ser “la emisora juvenil más escuchada en el mundo de habla hispana”, la hoy Exa FM 92.5, trajo hace un mes a Elefante y a Lu, de México, que se presentaron junto a los locales La Grupa y Cruks en Karnak.
El segundo show sería de Cabas, viaje que el cantautor aprovechó para promocionar su más reciente disco, Puro Cabas. Empezó entonces la procesión mediática. Los representantes en Ecuador de su disquera, EMI, muy serviciales ellos, le tenían preparado tres días completos de relaciones públicas con medios de radio, prensa escrita y televisión. Como es de hacer cuando se quiere publicitar un producto, Cabas accedió a cada encuentro. Como es de hacer cuando se quiere lograr una nota con algún personaje que está de paso, tuve que volver a involucrarme en un tour de prensa fríamente calculado y aprovechar esos momentos para hacer deducciones, recibir comentarios directamente del entrevistado, y lograr datos con algún interés superlativo, obviando esta vez el trabajo de la prensa jet set. Como es de esperarse, al segundo día Cabas se muestra ofuscado: preguntan puras güevonadas, dice pasándose la mano entre sus rizos y moviendo la cabeza de lado a lado en muestra de cansancio. Pero como eso ya se sabe y además fue ya objeto de todo un relato anterior, esta no será la ocasión para hablar totalmente de los siempre impresionantes encuentros con la prensa farandulera de Quito. No obstante, algo que de uno de ellos parte, es necesario contar.
El escenario escogido para una nota televisiva fue la cancha de fútbol de las divisiones infantiles de Liga de Quito. Los aspirantes a futbolistas, al ver a un tipo seguido de una cámara de televisión, abandonaron los ejercicios técnicos, se salieron del perímetro marcado con conos anaranjados y se abalanzaron a pedir autógrafos al desconocido. Mientras el entrenador gritaba que a la cuenta de tres deberían estar formados de nuevo para continuar el entrenamiento, los niños, con postales en mano repartidas por los atentos agentes de la disquera EMI, al tiempo que recibían el autógrafo preguntaban: ¿Quién eres? - Soy un futbolista. Respondió Cabas. – ¿Cómo te llamas? – Andrés. – ¿Andrés qué? – Carne de res. -Uuuuuuh…
Con o sin anécdota, momentos como éste sirven, tal vez, solamente para comentar la actitud de un cantante con nominaciones a los Grammy Latinos como Mejor Nuevo Artista y a los Mtv LA por Mejor Interpretación de Rock, y a quien, levantando polvo en su mismo suelo, se le otorgó doble disco de platino (40 mil copias vendidas) luego de tres meses de salido su álbum nuevo.
Sobre el césped Cabas improvisó pases de cabeza, dominó el balón con botas vaqueras de superficie reptilesca y desafió a un par de penaltis a los niños futboleros que lo acababan de conocer. Algo de esa codiciada virtud a la que llaman carisma mostró Cabas en aquél momento de sociabilidad improvisada. Más tarde me comentará a propósito de su periplo público: “creo que Ecuador es el país donde más autógrafos pide la gente…les encantan los autógrafos”

“Cómo no me va a emocionar tocar en La Tribuna Antiimperialista con Los Van Van” , me dice Cabas convencido totalmente de que privilegios como ése se los debe enteramente a la música.
Una tarde, Verenice Guayasamín, hija del maestro pintor, fue a buscar a Cabas al hotel. Se enteró de su estadía en Quito y lo atrapó. Lo llevó (nos llevó) de paseo a la Fundación y junto a Pablo Guayasamín nos mostraron la bodega secreta. Decenas de cuadros: acuarelas, carboncillos, óleos, lienzos, cartones, maderas. Formatos hogareños y de galería, de sala doméstica y de museo pomposo. De todo había ahí, esperando ser trasladados en cajas de madera recia a Alemania para develarse un día antes de la inauguración del Mundial de fútbol, y más tarde volar a Holanda y luego a China. Ahí mismo, en otra esquina, estaba también la selección de obras que viajará más cerca, a exhibiciones en Cuba y en Venezuela, bien ordenadas en sus baúles de viaje, deseosas de mostrar al mundo las manos callosas y los rostros profundos de la América herida. “Cómo no me va a emocionar poder estar en la bodega de la Fundación Guayasamín y sentir que esa familia me quiere…”, me suelta Cabas sin preguntarle nada al respecto. Ese compartir de cerca la obra y la vida de algunos grandes artistas es de las cosas que agradece desde ya a la música; son esos oportunidades y esos vínculos. Los momentos y las relaciones que se intensificarán en de agosto de este año cuando en La Habana se junte una comitiva de músicos latinoamericanos –con Cabas en el cartel por segunda vez consecutiva- para conmemorar, en la tercera edición del festival Todas Las Voces Todas, el cumpleaños 80 del comandante Fidel Castro.
Del encuentro cercano con las manos vivientes de los lienzos y los gritos ardidos de las bocas de óleo, la noche avanza a un estrato más intimo. Los sistemas políticos del mundo hunden sus garras en la conversación y sobre la mesa cada invitado afila su criterio. Los encuentros en el Palacio de la Revolución o en el hogar Guayasamín se pasean en el top 5 de las anécdotas. Los Señores de cada recinto son las estrellas de las historias y mientras el diálogo fluye con un buen tinto Shiraz, Cabas va conociendo cosas que sin la música jamás habría conocido.

Dime qué piensas y…la historia te juzgará.

- ¿Carlos Vives y Juanes son referentes para ti?
- Para mí no son referentes. Bueno, son referentes porque son colombianos, pero nuestra música es muy distinta. Lo mío va a otro público. Mi música no es tan masiva y no es para todo el mundo.
- ¿Y quisieras llegar a ser masivo?
- De pronto si alguna canción llega a ser masiva
- Pero sin perder la marca que has ido creando, me imagino…
- Sin perder la marca es difícil, porque los formatos de los medios están muy clavados. Eres pop o eres tropical, y yo no soy ni lo uno ni lo otro, entonces como que me queda difícil.
- ¿Y estarías dispuesto a variar tu estilo para ubicarte más arriba en las listas?
- Es que sería muy infeliz. Uno tiene que hacer lo que le gusta. Juanes llegó a donde está haciendo la música que le gusta y lo mismo Vives, pero yo no puedo hacer algo que no me guste para llegar, no estaría muy bien.
¿En Colombia eres parte de un movimiento local rockero o popero, te sientes parte de un entorno musical que de alguna forma se aglutina para sacar su trabajo adelante, o la cosa es cada uno por su lado?
A mí más bien me han apoyado gente como Santana, Lenny Kravitz, Shakira, Miguel Bosé, y yo no siento que haya un movimiento local de pop tropical en el que a Cabas le vaya bien. Pienso que a la gente le da lo mismo, y la verdad a mí también. Creo que yo ya me gané un respeto hace un tiempo y como que…
¿Cuándo te ganaste ese respeto, directamente con tu primer disco?
Es que cuando hice mi primer disco (Cabas, 2002) no había nadie más, aparte de Carlos Vives, haciendo música así, y yo lo hice y vendí y salí y toqué con grandes artistas, y eso es algo que muchos me lo quisieran quitar, pero no pueden.
¿Gente que surgió después de ti?
Es que hay muchas cosas que son producto de lo que está gustando y lo que está sonando es ese pop tropical de la industria, y no es la individualidad de un artista que hace sus canciones. Por ejemplo, de Colombia, Andrés Cepeda es un man que me gusta porque tiene su estilo, hace su música con guitarra y voz, y la gente lo apoya por eso. No está ahora tratando de hacer pop tropical porque es lo que está sonando, ¿si me entiendes? Me gusta le gente que mantiene su propio estilo.
¿Carlos Vives o Juanes?
Siendo yo costeño tengo que decir Vives, como para bailar, pero me gusta la guitarra de Juanes.
¿Shakira o Andrea Echeverri?
De pronto mi estilo es más el de Andrea, pero me gusta el profesionalismo y la actitud de Shakira.
¿Lucho Bermúdez o Lisandro Mesa?
Lucho Bermúdez.
¿Lucho Bermúdez o Totó la Momposina?
Lucho Bermúdez.
¿Bono o Mick Jagger?
Obvio que Bono.
¿García Márquez o Fernando Vallejo?
García Márquez, definitivamente. Prefiero la gente que usa las historias bonitas que hay en Colombia para referirse a la realidad. Me gusta más el humor y la alegría. Es más, me molesta que en SoHo le den tantas columnas a Vallejo.
¿Botero o Guayasamín?
Guayasamín. Es que el arte le habla a uno de distintas formas. Respeto la trayectoria de Botero, pero su arte no me dice nada, así como hay gente a la que Picasso no le gusta, pero yo creo que es el artista más revolucionario de todos los tiempos. De Guayasamín me gusta la fuerza con la que mostró su propia raza y cómo reflejó el dolor.
¿Reguetón o Tecnocumbia?
Cumbia con tecno y un poquito de reguetón.
¿Vallenato o cumbia?
Cumbia.
¿Los Simpsons o Southpark?
Últimamente más Southpark. Me gusta poder no tomar todo en serio. El humor y la libertad de expresión deben aguantar todo. Mira lo que pasó ahora con las caricaturas de Mahoma, es como que la llama para pelear está prendida en todos lados…
Como que el conflicto está siempre abierto…
Está ahí, y como estamos bombardeados por los medios, su información es como que te hace tomar partido por un bando. Te dicen, crees en esto o en esto, y a veces quieres mantenerte lejos de todo. El humor puede con todo, man.
¿El “Pibe” Valderrama o Maradona?
El “Pibe”.
¿Porque es colombiano o porque te parece mejor futbolista?
Bueno, claro que porque es colombiano, es como si a un argentino le preguntaras lo mismo. Claro que Maradona logró más cosas, pero el Pibe era todo una imagen. Todo estaba bien con él, era un hippie realmente haciendo fútbol.
¿Chilavert o Higuita? tu que eres arquero cuando juegas fútbol.
Es que Higuita con lo de la vez que nos sacaron del Mundial por su salida ante Camerún me cayó muy mal.
¿Entonces Chilavert?
(risas) No sé, es que a Higuita ya no se le reconoce con su cambio extremo.
¿Joe Arroyo o The Latin Brothers?
Joe Arroyo les gana a todos en Colombia.
¿La virgen de los sicarios o La vendedora de rosas?
Rosario Tijeras.
¿Hugo Chávez o Álvaro Uribe?
Antanas Mockus.
¿Latinoamérica con TLC o sin TLC?
Sin TLC.

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