La noche que Roldós escuchó del rock

lunes, enero 29, 2007

La gestión la inició Cruks en Karnak mediante una carta en la que convocó a las bandas quiteñas a sumarse al pedido de una reunión con los candidatos presidenciales más opcionados, con el fin de discutir temas de importancia y preocupación para el “gremio” de la música moderna que se hace en el país. Entre otros, los temas a discutirse serían la ingerencia de instituciones enviciadas como SAYCE (Sociedad de autores y compositores del Ecuador) y FENARPE (Federación de Artistas Profesionales del Ecuador) en el quehacer musical local; la amenaza de la piratería sobre la producción discográfica nacional, y las políticas de apoyo e incentivo estatal a esta rama económica y cultural que ni siquiera consta como profesión en la Ley de escalafón de sueldos y salarios.
El pasado viernes 29 de septiembre se concretó esta reunión con el único candidato que respondió al pedido, León Roldós. En el lobby del Swissotel, luego de una inevitable introducción de las juventudes fervientes que lo acompañan y que dijeron estar ahí por su amor al país y a la música que se hace aquí (alegoría por demás patrioterista y cargada de la retórica dramática propia de la época electoral), miembros de varias bandas nacionales de diferentes tendencias, nos sentamos a conversar con el candidato Roldós justamente porque estamos convencidos de la valía que tiene la música que hacemos, aunque no hagamos uso de la grandilocuencia electorera para hacernos entender. De lo contrario, no nos hubiéramos juntado allí. Eso es, por demás, evidente.
En efecto, la reunión giró en torno a las intervenciones –algunas muy acertadas- de miembros de Tomback, Cruks en Karnak, Cacería de Lagartos, con las que se le dio a conocer al candidato, en primera instancia, las condiciones en las que los músicos profesionales trabajan para llevar a cabo algunos de los proyectos elementales en sus carreras: producción de discos, giras de conciertos, promoción mediática. Y junto a ellos, los también elementales contratiempos por los que todo grupo o solista tiene que atravesar: enfrentamientos con las arriba nombradas instituciones (supuestamente reguladoras de la actividad musical en el Ecuador) cuando pretenden lucrar de los conciertos o de los pautajes en radios, discotecas o cevicherías de cualquier tema de banda nacional, sea ésta afiliada o no a alguna de esas sociedades; el normado perjuicio causado por al piratería (ya no es una cuestión de esquina de barrio, existen locales dedicados a la venta de piratería que pagan impuestos y que tienen un RUC en regla); la posición de los músicos respecto a una todavía posible integración al TLC; y junto a ellos, varios casos particulares y otros tantos generales que le dieron al abogado Roldós una idea general sobre un campo de la cultura en el que él, ni por curiosidad, parecía haberse inmiscuido.
Lo bueno: el candidato pudo enterarse de fuente directa lo que significaba ser músico profesional en el Ecuador. De hecho, tal vez en ese instante comprendía que aquella denominación existía en su país y que si las propuestas planteadas venían de una generación nueva y ansiosa de reglas claras, era porque esa generación estaba decidida a involucrarse en la renovación del país y estaba comprometida para vigilar.
Lo malo: dijo no estar ahí para pedirnos el voto, lo cual sonó, en cualquier ritmo, a tomadura de pelo. Para qué iría sino para congraciarse con esa porción de juventud que, como él aprendió esa noche, puede tener más credibilidad ante la audiencia que él mismo con su discurso integrador. Algo hemos aprendido, abogado Roldós, ya no somos tan inocentes. Pero a pesar de no abogar por nuestro voto, el candidato se atrevió a lanzar algunos ofrecimientos que resumo a continuación como para dejar constancia y más tarde, de darse el caso, tener elementos de comparación frente al cumplimiento o no de sus ofertas de campaña.
Dijo creer firmemente en el otorgamiento de créditos para cualquier actividad productiva, y en ese caso, como la música parece también serlo, estaría dispuesto a ofrecer capitales no reembolsables para que las bandas, previa una selección basada en su calidad, puedan invertir ese dinero en los proyectos que les convengan. De acuerdo, la idea pareció alentadora, y por lo mismo, con acuerdo fueron recibidas esas palabras por la audiencia reunida esa noche. Pero, me pregunto, ¿no suena eso a una especie de proyecto de microempresa mediante el cual se le otorga un capital al emprendedor a la manera de “tome su plata, haga lo que le convenga y luego no diga que el Estado no le ayudó”?, cuando lo que se requiere es que el apoyo a las artes y la cultura de este país se vuelva una política de Estado, un programa sostenido de soporte en el que se ideen formas de revertir, de reinvertir dineros, como el de los impuestos que se cobran a los shows de artistas internacionales, y se los dirija exclusivamente a políticas de apoyo al artista ecuatoriano y a su producción.
Cuidado, las palabras a veces suenan mejor de lo que significan.
También habló de revisar los estatutos de SAYCE y FENARPE y su aplicación adecuada o no en las relaciones que estas instituciones establecen arbitraria o legalmente con los artistas nacionales. Delicado propósito, las mafias también hablan en clave de sol.
Prometió conversar con las estaciones de radio e incentivar la ley en el Congreso Nacional para que por cada tres temas de grupos internacionales que se toquen, uno sea de una banda ecuatoriana, tal como se hace con sentido de soberanía y con profundo respeto por el trabajo de los artistas locales en Colombia, Venezuela o Argentina. Habrá que ver si los grupos comunicacionales ceden y luego de dos de Shakira y una de Black Eyed Peas, acceden a programar una de Verde 70. O a lo mejor no les conviene y terminan sonando a David Bisbal. O tal vez acceden y con tal de decir que cumplieron, programan los temas de grupos ecuatorianos a partir de las 12 pm.
Ofreció también atacar las mafias de la piratería, cuyos índices (Ecuador es el segundo mayor productor de piratería en Latinoamérica, solo después de Paraguay) parecieron hacerle aterrizar en una realidad por él desconocida, y cuyas formas de destruirla –eso tal vez él aún no lo sabe- van más allá de la buena voluntad. Al topar este tema hablamos no solo de requisas y destrucciones masivas de cd o dvd piratas, sino de contactos y pactos de los piratas con la policía, de contrabando de materia prima por ambas fronteras, y de bodegones clandestinos dedicados a la reproducción ilícita, instalados más cerca y con más facilidades de las que usted, candidato Roldós, y nosotros mismos, nos lo imaginamos.
Por último, prometió eliminar el impuesto al valor agregado en las producciones musicales tal como lo piensa hacer con los libros escolares, para que estos dos instrumentos de difusión cultural sean parte de una especie de paquete que llegue a las escuelas y colegios públicos, de modo que el Terruño vaya acompañado de un Macrosensor de Mamá Vudú, o para que al Manual de Moral y Urbanidad de Carreño se lo reciba con un Más aniñados que nunca de la Rocola. ¿Será?
Como dije antes, el documento es solo una “ayuda memoria” para que después los hechos no nos sorprendan y para que la amnesia crónica no nos gane la batalla agarrándonos sin escudo.

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