La feria de la alegría

sábado, marzo 03, 2012


Su origen está en los concursos de animales para carnicería y en los llamados comicios agrícolas: asociaciones privadas de cultivadores de una región, que tenían como propósito el desarrollo de las técnicas de agricultura por medio de subvenciones y concursos.

El primer Concurso General Agrícola  se lanzó en París en 1870, y en 1925 el evento se trasladó al Parque de Exposiciones de la Puerta de Versalles, donde se desarrolla actualmente. De ser al inicio un concurso de animales de producción cárnica, hoy reúne a productores de la tierra, de lácteos y de vinos. La gran vitrina comercial es el Salón Internacional de la Agricultura, que como tal nació en 1964, al tiempo que, por ejemplo, los Beatles daban su primer concierto en Francia.

Ese famoso Salón de la agricultura se volvió, entonces, la feria de la alegría. Este año, entre el 25 de febrero y el 4 de marzo, reunió a más de mil expositores, cinco pabellones, cuatro universos de la producción agrícola (exposición de animales de crianza, “comida de aquí y de allá”, cultivos y productos vegetales, servicios y oficios agrícolas) y visitantes que se siguen contando por centenas de miles.

El viernes 3 de marzo en la noche, el único de los días que permanece abierto hasta las 23h00, el Salón fue un verdadero festival. Por las instalaciones donde funciona, un inmenso complejo de galpones imposible de visitarse entero, y por el público presente, mayoritariamente joven dispuesto para el desate, me recordó al Sónar, de Barcelona. En lugar de música había comida y bebida, y la gente estaba ahí para saciarse, para excederse con ella.

El Salón de la agricultura es una buena muestra a escala de la diversidad cultural de Francia, interpretada a través de los alimentos y las bebidas. Los visitantes se reconocen y se juntan alrededor de esos elementos que identifican, con buena reputación, a su país frente al exterior: los vinos, los quesos, la charcutería, la panadería. Es un motivo de festejo y de orgullo nacional que, ya bajo el efecto de las bebidas mejor logradas de la temporada, se expresa con cantos populares y euforia espontánea, como en cualquier fiesta de pueblo. 

“Esto es Francia –decía alguien que paseaba por el Salón con un extranjero-: comer bien y tomar bien”. Por supuesto, no es sólo eso, pero en gran medida, sí, tanto que yo sólo pude visitar el pabellón donde se hacía eso, los animalitos quedaron como inquietud.




















































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