Llegué el 10 por la noche, a eso de las 11. Me había embarcado en Londres luego de haber viajado durante dos meses y medio por Europa. Era esa antigua época en que a los aeropuertos todavía no los definía su nivel de hostilidad, y en la que incluso ocurrían milagros. Mi nombre sonó por un altavoz de Heathrow mientras esperaba en la...