El ejército de trolls de John Oliver

lunes, marzo 02, 2015

El domingo 1 de junio de 2014, el humorista John Oliver dedicó 14 minutos de su programa Last Week Tonight a hablar sobre la neutralidad de la red. Explicó que la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés) pretendía adoptar una propuesta para que proveedores de Internet como Comcast, Verizon y AT&T pudieran bloquear o ralentizar a ciertos clientes y dar prioridad a otros a cambio de un pago. Según esa propuesta, una empresa como Netflix podía pagar a Comcast para funcionar con una “vía rápida” en Internet y así poder cobrar a sus clientes tarifas diferenciadas por accesos más rápidos a sus contenidos. Eso, decía Oliver con una euforia muy jocosa pero muy seria, acabaría con el principio de que la información y los servicios deben tener acceso igualitario en Internet: eliminaría lo que se entiende como neutralidad. 

Con un fondo musical de brío épico, al final del programa el humorista animó a los usuarios y a los trolls del ciberespacio a inundar el email de la FCC con comentarios sobre ese tema: “por una vez en su vida enfoquen su rabia indiscriminada en un objetivo útil”, dijo.

El jueves de la semana pasada la FCC votó a favor de proteger la neutralidad de la red. Ni las operadoras ni las empresas de contenidos podrán ofrecer una Internet de dos velocidades. La banda ancha, fija y móvil, será considerada un servicio de utilidad pública y se la regulará como a la telefonía, sobre la cual nadie puede tener derechos especiales.

Con excepción de los lobbys de las telecomunicaciones y las grandes corporaciones, los actores implicados marcaron al 26 de febrero de 2015 como un día histórico para la Internet en Estados Unidos. Fue importante en la resolución de la FCC la defensa de la neutralidad que hicieron Barack Obama y empresas como Amazon y Twitter, pero fue decisivo el activismo de millones de ciudadanos a través de campañas mediáticas, manifestaciones, llamadas, cartas, emails. 

¿Emails? 

Horas después de que John Oliver animara a enviar mensajes en defensa de la neutralidad de la red, el sitio de la FCC registró picos inusuales. Al día siguiente, el sistema de comentarios colapsó.

Al anunciar la semana pasada la resolución de proteger la neutralidad de la red, Tom Wheeler, director de la FCC, agradeció por los cuatro millones de comentarios recibidos durante los cuatro meses que estuvo habilitado el buzón con ese propósito. “Su participación ha hecho de este el proceso más abierto en la historia de la FCC. Nosotros escuchamos y aprendimos”, dijo Wheeler.

Nadie puede asegurar cuántos de esos mensajes fueron enviados por los usuarios que digirieron el llamado de Oliver, pero hay quienes le otorgan al humorista suficiente crédito: “Los millones de comentarios fueron, de manera abrumadora, inspirados por Oliver. Para la FCC habría sido más difícil tomar una decisión como esa sin esa intervención”, dijo Aram Sinnreich, profesor de periodismo en la Rutgers University, en New Jersey.

La edición de enero de la revista Time había hablado ya de un “efecto John Oliver que está teniendo impacto en la vida real”. El humorista “de las pocas nueces” había logrado movilizar un ejército de trolls en una causa de interés colectivo que tuvo éxito. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, fracasó en el mismo intento al buscar una acción dirigida, sobre todo, a defender su majestad.

¿Rafael Correa?

Lejos del lance conocido con John Oliver, poco tendría que ver en este caso el presidente ecuatoriano, de no ser porque al día siguiente de que la FCC anunciara su resolución, con su característico sarcasmo ramplón –humor de prestigio mundial, dice él- Correa publicó el siguiente comentario en su cuenta de Facebook:


Lo que Correa no entendió es que la noticia se refería a una conquista ciudadana para evitar que en Estados Unidos Internet se convirtiera en un servicio con ofertas diferenciadas, y no, como sugería su mensaje, a la aceptación de un sistema de control de contenidos, al manoseo de la libertad de expresión, a la utilización del humor para afectar su señorío o a otros demonios semejantes que le obsesionan. Se lo hicieron saber. En los comentarios a su post le pidieron que al menos leyera con atención las informaciones que utiliza para confrontar; le provocaron diciéndole que estaba claro que, en asuntos de Internet, vive desorbitado. 

Menos entendió Correa que, en gran parte, detrás de aquella conquista estaba el humorista "de las pocas nueces". El azar es generoso.

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